En construccion

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miércoles, 19 de julio de 2017

Flor Garduño (1957)

Flor Garduño nació en la Ciudad de México el 21 de marzo de 1957. Cuando tenía 5 años, su familia se mudó a una granja a 25 km de la capital. Allí, vivir con los animales, tener contacto con la naturaleza formó su carácter de niña. Estudió arte visual en la Antigua Academia de San Carlos de la Universidad Autonoma de Mexico, centrándose en la búsqueda de los aspectos estructurales de la forma y el espacio. Estaba especialmente interesada en el trabajo en el taller de su profesora Kati Horna, fotógrafa húngara que dejó Europa durante la escalada del nacionalsocialismo. La personalidad de Horna junto con la dimensión mágica y expresiva de su fotografía tuvo un fuerte impacto en el desarrollo del trabajo de Flor. Renunció a sus estudios para trabajar como ayudante de laboratorio de Manuel Álvarez Bravo, uno de los más prestigiosos fotógrafos mexicanos. Imprimiendo portfolios en plata, platino y procesos de paladio, Flor perfeccionó sus habilidades fotográficas. A partir de entonces se definió su carrera como fotógrafa. Comenzó a trabajar en el Departamento de Educación Pública bajo la supervisión de la fotógrafa Mariana Yampolsky. Durante este período visitó zonas rurales remotas para encontrar temas apropiados para los libros de texto, una experiencia que le permitió conocer mejor México y las vidas de sus grupos indígenas, definiendo su propio estilo. Un ejemplo de su trabajo en este momento se titula Agua. Esta imagen representa a una mujer que emerge de una cascada rodeada por el follaje oscuro. Esta visión arquetípica no es simplemente una descripción, sino que lleva al espectador a un mundo mágico de ensueño. La mayor parte de la obra de Garduño proviene de su México natal, pero también ha trabajado en otros lugares, como Guatemala, Ecuador, Bolivia, Suiza y Polonia. Desde 1981, trabajando para la Educacion Publica, Flor Garduno documentó poderosamente la cultura de los nativos antes de adoptar una práctica más íntima, concentrándose en los desnudos femeninos. Con sus imágenes poéticas, mezcla la naturaleza, la mística latinoamericana y la sensualidad del cuerpo esculpido por la luz, proporcionando así una dimensión surrealista a su obra. Al aumentar la femineidad y asociarla a poderosos mitos y rituales, Flor Garduno rinde homenaje a la mujer.