La cultura contemporánea latinoamericana y las circunstancias políticas, económicas y sociales que han condicionado su desarrollo han provocado mucha atención y su fotografía, especialmente la realizada desde los años ochenta, ha adquirido gran relevancia. Debido a la variedad de cada nación y de todo el continente, no puede hablarse de un corpus común y más que de una identidad común latinoamericana debemos hablar de un espacio cultural muy heterogéneo. También se debe señalar, que el desarrollo y evolucion de la fotografía ha sido dispar en los distintos países. Y esta disparidad se ha acentuado con el correr de los años. México, Brasil y en menor medida Argentina y Cuba, presentan un escenario en general bastante avanzado. El resto de los países, presentan una fotografía bastante más intrascendente, desde luego con la excepción que representa la obra de algunos muy buenos fotógrafos y sus esfuerzos individuales, y de muchos de los fotógrafos emigrados, latinoamericanos, pero trabajando en Europa o Estados Unidos, cuya fotografía es reflejo de la de sus países de adopción. Durante los años 50 y 60 los países latinoamericanos realizaron el intento de convencer a sus poblaciones de que aún era tiempo de rescatar y otorgar sentido a conceptos como el de identidad, patrimonio y memoria, con el fin de mantener la producción simbólica de sus países dentro de sus fronteras y transformarla en un producto cultural que podía rendir efectos en los mercados internos y evitar así la emigración de culturas nacionales, manteniendo vigentes los valores simbólicos y originales como un bien nacional y como un capital cultural local. En los 70, la realidad política de la región cambio y esto influyo fuertemente en la fotografía. En los años 80 una de las razones que encontraron los fotógrafos para desarrollar su obra y difundir su producción era la marginalidad económica, social, y territorial del continente, y sobre todo la situación política de la mayoría de los países. El escenario más reciente fue modificando esa mirada, ampliándola hacia nuevas problemáticas de este complejo escenario y las cámaras de los fotógrafos comenzaron a seguir a esos grupos considerados socialmente diferentes que empezaron a formar parte de las realidades urbanas. La calle se convierte en un nuevo escenario al que de noche se suma la cara más oscura de la ciudad, la que esconde más excesos, y donde las vivencias que antes eran impensables se hacen viables. El escenario actual también ha modificado la práctica tradicional al considerar necesaria la inclusión de la producción simbólica local en las industrias culturales y su inserción en los mercados globales, entendiendo esto como una suerte de superación. Este complejo escenario produce confusión, desencanto, inhabilidad y principalmente discordancia entre discurso (discurso teórico) y obra (discurso visual), esquivando la reflexión de lo local por una oportunidad en lo global. (ext. de Observatorio Cultural, CNCA, Chile). Cada vez se plantea más la opción entre la fotografía como expresión personal y la fotografía como producto orientado al espectador, lo que, de acuerdo a la actual realidad del mercado mundial, equivale a optar entre trascendencia e intrascendencia, por lo menos desde el punto de vista comercial. Esta entrada tendra varias partes, en la decimo septima parte, estan, Adriana Zehbrauskas (Brasil), Alejandra Cervera Hauser (Mexico), Alejandro Kirchuk (Argentina), Antonio Briceño (Venezuela), Atoq Ramón (Peru), Joel Duncan (Colombia), Jorge Barreda (Mexico) y Jorge Saenz (Paraguay)